Juan de Arcas Sánchez nació el 2 de marzo de 1585 en Ribera del Fresno en España. Provenía de una familia pobre. Su apellido (apodo) “Macías” (pastor), que se utiliza en la actualidad, fue adoptado posteriormente debido a las labores de pastoreo que realizaba desde niño. Después de la muerte de sus padres, el niño, que entonces tenía cuatro años y medio, fue cuidado por su tío, quien lo mandó a pastar ovejas. En la noche de Navidad de 1613, dejó la casa de sus tíos y comenzó una vida independiente. En 1620, junto con el comerciante con el que había trabajado anteriormente, partió hacia América, primero a la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, luego a la Audiencia de Quito. Finalmente se instaló en la Audiencia de Lima. Fue en su capital, Lima, donde en 1622 ingresó en la Orden de Predicadores a la edad de 37 años. Sin embargo, antes de empezar su noviciado, fue agricultor durante algún tiempo y apoyó a la orden como hermano lego. Finalmente, el 23 de enero de 1622, en el convento de Santa María Magdalena de Lima, inició su noviciado, que concluyó con la emisión de los votos religiosos el 25 de enero de 1623.
Durante toda su vida como converso, fue portero del convento. Y aunque prefirió la vida oculta, como le confesó a uno de los padres, lo hacía sólo por obediencia, pero también con alegría. Pasó por duras mortificaciones y fue activo en favor de los pobres y los enfermos. También fue conocido por su celo en la oración, de ahí que se le llamara “el gran hombre de oración”. Era amigo de otro santo dominico de Lima: Martin de Porres. Murió el 16 de septiembre de 1645 a la edad de 60 años.
Los testigos de su vida mencionan muchos milagros que se suponía que iban a suceder a través del santo hermano Juan. En 1763, los dominicos peruanos presentaron dos milagros al Papa Clemente XIII, pidiéndole que declarara “el venerable” Juan muerto casi 120 años antes. Uno de ellos tuvo lugar 33 años después de su muerte. Asi que, al novicio enfermo, el prior del Convento de Santo Domingo, fraile Nicolás Ramírez donó una foto del monje fallecido, indicándole que pidiera su intercesión. Los hermanos dejaron al enfermo rezando y se durmieron. Cuando regresaron se sorprendieron de que el novicio ya estaba completamente curado.
Tres años después de su muerte, comenzaron los esfuerzos para elevarlo a los altares. De esta manera, querían enfatizar su altruismo y ayuda a los pobres. A lo largo de este tiempo, fue venerado no solo en Perú, sino también en otros países de América Latina, como lo demuestran sus actuaciones. En 1681, los restos del difunto Juan fueron colocados en un ataúd de cedro. Luego resultó que su cuerpo permaneció intacto. También se puede ver hoy.
Sin embargo, su culto no fue reconocido por la Iglesia hasta el 22 de octubre de 1837. Esto lo hizo el Papa Gregorio XVI, quien lo proclamó beato. El acto de canonización fue realizado por el Papa Pablo VI el 28 de septiembre de 1975. Junto a S. Rosa de Lima y Martín de Porres, pertenece al grupo de los más grandes santos peruanos. Su memorial litúrgico se celebra el 18 de septiembre.
En la iconografía a San Juan Macías se representa con mayor frecuencia simplemente con un hábito de dominico converso, es decir, con un hábito blanco con un escapulario negro. Sin embargo, en ocasiones también se le puede ver con un burro que se ha convertido en uno de sus atributos. Refiere a las colectas y acciones de caridad emprendidas por el santo. En un burro recorría las calles de Lima, entregando comida a los más necesitados.
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