René Poyvet

René Poyvet, mártir

(† 1568)

René (lat. Renatus) Poyvet (Pivet) nació en Angers a principios del siglo XVI. Ingresó en un monasterio dominico de su ciudad natal. Estudió en París y aprobó los exámenes de la Sorbona, obteniendo el título de máster en Sagrada Teología. Después regresó a Angers. Tomó como guía y maestro a Santo Tomás de Aquino, cuyas enseñanzas él mismo impartió. También se convirtió en un conocido predicador que, a través de la prédica, combatió los errores predicados por los hugonotes (calvinistas franceses). En particular, defendió la doctrina de la presencia verdadera y real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, y era precisamente esta verdad, entre otras, la que estaba siendo socavada por los teólogos protestantes. En 1567 fue nombrado prior del monasterio de Angulema. Era uno de los principales centros del protestantismo en Francia. En 1562, el convento fue diezmado por los hugonotes y requirió mano dura para detener la lucha.

Como señala François Chamard, fray René sabía que este cambio podía implicar el martirio, razón de más para que estuviera dispuesto a ir allí. De hecho, la situación de los católicos y los propios clérigos y monjes se hizo cada vez más peligrosa a medida que los protestantes empezaron a atacar más abiertamente los monasterios e iglesias católicos. Cuando un convento dominico fue incendiado y varios frailes fueron asesinados, fray René se encontraba en Chartres, donde predicaba un retiro cuaresmal en la catedral. Al enterarse de los trágicos sucesos, regresó a Angulema. Inmediatamente invitó a las disputas a los más doctos eruditos protestantes. Los hugonotes, incapaces de ganárselo en una disputa teológica, intentaron atemorizarlo, pero esto tampoco sirvió de nada. Finalmente le metieron en la cárcel, donde aún le convencieron para que negara la doctrina católica sobre la Eucaristía, o al menos para que prometiera no enseñarla al pueblo. Se negó y fue condenado a muerte. El 6 de agosto de 1568, fue sacado a rastras de la prisión, desnudado hasta la cintura y obligado a subir a un carro. Dos verdugos se colocaron a su lado para atormentarlo continuamente. Según testimonios de la época, “estas furias del infierno le quemaron la carne en los costados y el pecho con tenazas ardientes, mientras un cochero que caminaba delante del carro gritaba a los transeúntes: «Voilà le grand prédicateur des faussetés du papisme; voilà celui qui a séduit tant d'âmes, et qui apprenait à paillarder avec la messe» [“Aquí está el gran predicador de las mentiras del papado; aquí está aquel que ha seducido a tantas almas y que ha aprendido a gritar con las masas”]”. En varias ocasiones pidió a los verdugos que le permitieran celebrar la Misa al menos una vez antes de morir, y lo pidió también ese día. Entonces los hugonotes lo vistieron con trapos viejos a modo de casulla, le pusieron una brida de caballo alrededor del cuello y de las manos en señal de manípulo y una estola, y lo colocaron fuera de las murallas de la ciudad, sobre un puente en el suburbio de Saint-Cybard, donde erigieron un andamio en forma de altar. El dominico subió al andamio, desde donde pronunció un emotivo discurso. Los verdugos, temiendo que sus palabras pudieran conmover a sus oyentes y provocar algún tipo de movimiento, se abalanzaron sobre él, le asestaron violentos golpes en la boca con los puños y lo arrojaron por la barandilla del puente al río Charente. Al secarse el río por el calor, el monje cayó sobre una roca, destrozándose todo el cuerpo. Los verdugos, al ver que aún respiraba, lo remataron con un mosquete. 

El relato del martirio de fray René por el testigo fray Nicolás llegó inmediatamente al Papa Pío V. Conmovido por su fe y su constancia, el Papa quiso conocer todos los detalles del martirio de este dominico. Al año siguiente, el martirio del fray René fue discutido en el Capítulo General de la Orden. La Orden de Predicadores lo consideró casi inmediatamente mártir y reconoció su culto, aunque nunca hubo aprobación oficial por parte de la Iglesia católica. Como escribe François Chamard, aunque la Iglesia nunca se pronunció oficialmente sobre el martirio de fray Poyvet, “la veneración que le tributan el Papa, la Orden de Predicadores y todos los escritores eclesiásticos nos autoriza suficientemente a rendirle el mismo respeto y el mismo homenaje”.

Bibliografia:

  • Rechac J. de, Les vies et actions memorables des saints, bien-heureux et autres illustres personnages de l’Ordre des FF. Précheurs. Les beatifiéz de l’Eglise, dont-on celebre les Festes par tout l’Ordre ou en diuers endroits, Auecle Triomphe des Martyrs du même Ordre, tomo 3, Paris 1650, p. 597–598.
  • Aroux de Saint-Vincent J.-Ch., Année dominicaine, ou Les vies des saints, de bienheureux, des martyrs, et des autres personner Illustres, ou Recommandables par leur pieté, de l’un & de l’autre Sexe. De l’Ordre des Frères Prêcheurs, Pour tous les jours de l’Année, avec un martyrologe. Premiere partie de Septembre Recueillies, Amiens 1702, p. 185.
  • Trichaud J.M., Les Saints et Bienheureux de l'Ordre de Saint-Dominique, pour chaque jour de l'année, Toulouse 1863, p. 441–442.
  • Chamard F., Les vies des saints personnages de l’Anjou, tomo 20, Paris-Angers 1863, p. 380–387.
  • Levesque J.-D., L’Ancien couvent des frères Prêcheurs d'Angers, Paris 1961, p. 108–110.
  • Defaye M., Le Protestantisme Assassin au XVIe siecle en France, [Avrillé] 2006 (Vérité sur l'histoire).