Según los autores de Annèe dominicaine, Poncio nació en Moià, en la diócesis de Vich, en Cataluña. En 1219 ingresó en la Orden de Predicadores en Barcelona. En 1230, se convirtió en el primer prior del monasterio recién fundado en Lérida. También fue inquisidor en el Reino de Aragón, actuando principalmente en la diócesis de Urgel. En 1242, tras varios años de actividad inquisitorial en la región, fue envenenado por herejes cerca de Castellbó. El cabildo de la iglesia catedral, junto con el obispo, ciudadanos y un gran número de personas, acudieron al lugar de su muerte para que su cuerpo fuera trasladado a la catedral de Urgel, donde también fue enterrado. En aquella época, los dominicos no tenían monasterio en la ciudad. Inmediatamente su tumba se hizo famosa por sus milagros. Francisco Diago, en su Historia de la Provincia de Aragón de la Orden de Predicadores, relata que cuando se abrió la tumba del mártir en 1598 con permiso del cabildo de la catedral de Urgel, se vio su cabeza conservada en estado perfecto, junto con su ropa, que aún estaba manchada de sangre que había derramado al ser arrastrado por los herejes tras su muerte.
Stephanus de Salaniaco escribió sobre sus milagros: “Per idem tempus passus est apud Urgellum, Cathalonie civitatem, et veneno ab hereticis propinato extinctus fr. Poncius de provincia Hispanie, inquisitor, et in ecclesia cathedrali civitatis illius honorifice est sepultus multisque miraculis usque hodie dicitur coruscare” [“Al mismo tiempo sufrió en Urgel, una ciudad de Cataluña, y fue extinguido por el veneno de los herejes, fray Poncio de la provincia de España, un inquisidor, y fue honrosamente enterrado en la catedral de esa ciudad, y se dice que hasta el día de hoy brilla con muchos milagros”].
En posteriores obras hagiográficas e históricas dedicadas a la Orden de Predicadores, sus autores afirmaron que fue beato, aunque de hecho su culto nunca fue aprobado por la Iglesia Católica. Sin embargo, en la Orden de Predicadores gozó del culto al beato casi desde el principio, como lo atestigua también la decoración cerámica del Convento de Santo Domingo en Lima. El dominico polaco Michał Siejkowski también lo menciona en su calendario, afirmando que se le venera como beato, y le dio su conmemoración bajo la fecha del 29 de mayo. Sin embargo, en aquel momento otros mártires tolosanos, Guillermo Arnaud y compañeros, fueron venerados bajo dicha fecha. La nueva edición del siglo XIX de Annèe dominicain da la conmemoración de Poncio bajo la fecha del 1 de febrero, que celebró junto con Bernardo de Travesseres, quien también estuvo entre las figuras dominicas del claustro del Convento limeño de San Domingo.
En la iconografía, Poncio aparece representado con un vaso de veneno y con el sol en la mano derecha. El vaso con veneno recuerda cómo sufrió su martirio, mientras que el sol hace referencia al acontecimiento milagroso que tuvo lugar inmediatamente después de su muerte. Cuando la procesión se dirigió de Urgel a Castellbó para recoger su cuerpo, a pesar de la noche, el sol siguió iluminando su camino hasta las puertas de la ciudad.